Nos hemos informado
que el terremoto ocurrido en Piura, el 24 de Julio de 1912, devastó el casco
urbano de la ciudad. Sensiblemente el movimiento sísmico afectó a nuestra
Iglesia Matriz, que fue restaurada por acción de los moradores piuranos
mediante voluntarias erogaciones. Veamos la crónica que bajo el titular
“Iglesia Matriz”, publicó el diario “El Deber”, su fecha 13 de agosto de 1913.
Nos dice lo siguiente:
“Es muy sabido por
todos los vecinos que la Iglesia Matriz quedó en estado ruinoso a consecuencia
del terremoto de Julio de 1912. Muchas erogaciones que hicieron los pueblos de
la República sirvieron en parte para quitar los desmontes que en el interior se
habían aglomerado con motivo de la caída de las torres y el Altar Mayor.
Sin embargo hoy la
vemos en estado de celebrar los oficios religiosos, faltando la antigua Capilla
y el Altar Mayor para completar su excelente estado. Según la virtuosa palabra
del Párroco se han gastado después en la refacción unos siete mil soles.
Nosotros creemos muy crecido ese gasto, pues en buena cuenta nada se ha hecho
para que lo justifique.
No se crea que vayamos
a echar sombras sobre la reputación inmaculada de nuestros sacerdotes que han
intervenido en esos gastos; seríamos incapaces de tal afirmación, pero si,
vamos a reseñar los trabajos que se han realizado, los que indudablemente no
pasarán de tres a cuatro mil soles.
Se ha levantado la
pared pequeña que sirve de respaldo al Altar Mayor. Se ha hecho
reconstrucciones ligeras de algunas secciones del techo de la Iglesia con
material de caña; se le ha pasado mano de pintura o yeso para darle un aspecto
decente al interior del templo y por último en la parte exterior se ha puesto
barro, dejándolo en condiciones de pasarle yeso para su terminación.
Como se ve esta
reconstrucción no demanda gastos crecidos de material ni de mano de obra, pero
hay una circunstancia que merece tenerla en cuenta y es el constructor
contratado para esas obras quien ha pedido un dineral para emprender los
trabajos y este es el sine qua non de la cuestión.
Dejamos constancia, que
no sería demás dar publicidad a los gastos realizados hasta hoy para mejor
información del público y entonces se vería que el resto de lo poco empleado en
la reconstrucción se lo absorbe el contratista y compañía.
Sobre el particular
hemos hablado con el señor Párroco y parece que nuestras observaciones las
juzgó justas, lo que para nosotros nos ha revelado que sólo por el momento y
deseando dar cima a una obra tan importante como necesaria pudo haberse
celebrado un contrato tan leonino con el constructor que está a cargo de la
obra.
El vecindario
continuará erogando su voluntaria limosna, pero es menester darle buena
aplicación a fin de no dar lugar a críticas relacionadas con la dación de la
mayor parte del dinero erogado en beneficio más del constructor que del templo en
cuestión”. J.G.P.V